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lunes, 13 de julio de 2015

Otro Spregelburd en Paraná

Reseña.
Guillermo Meresman/Mónica Borgogno

Se estrenó en junio en la pequeña sala Metamorfosis/Callejón de los sueños de Av. Alameda de la Federación, Remanente de invierno de Rafael Spregelburd, con dirección de Jesús Fercher, actor de varias obras ofrecidas durante la última década y docente a cargo de distintos talleres en Paraná.
El texto escogido es la conocida pieza estrenada en Buenos Aires a mediados de los años ’90 por el descollante autor porteño conocido del público local merced a los estrenos de Destino de dos cosas o de tres o La tiniebla, encarados por Lito Senkman y Oscar Lesa-, también por su abundante dramaturgia édita y por sus premiados trabajos como actor (de teatro, cine y televisión), director y protagonista del teatro argentino desde hace veinte años. En continuo movimiento, el texto pertenece a un período inicial de este artista, que ha ido complejizando sus propuestas pero que ya desde entonces, precozmente, supo recibir los mayores halagos del campo cultural.

Las reflexiones que le dedica Patricia Zangaro al texto abordado, son demostrativas tanto de su atractivo como de las dificultades a las que se asoman los grupos del país que deseen enfrentarse a su personal poética: “Aunque puede ubicarse la textualidad de Spregelburd en relación al ‘significante imperial’ de la tradición dramatúrgica de Occidente en términos de diálogo, personajes y acción, parece escribirse desde un deslizamiento de ese sistema hacia un territorio que tiene que ver con la estructura misma del lenguaje y sus mecanismos de construcción y deconstrucción de la noción de sujeto, del montaje y desmontaje de los procesos de enunciación y la disolución del principio de verdad (…) En esta ecuación se sostiene la profunda renovación estética que propone el teatro de Spregelburd, que no necesita de complejas caracterizaciones psicológicas, ni de elaboradas escenas en las que esos caracteres entren en conflicto, ni mucho menos de grandes frases para dar cuenta, por ejemplo, como en Remanente de invierno, de la absoluta incomunicación que rige los vínculos familiares: le bastará mostrar a Silvita usando de manera arbitraria las preposiciones, ante la impotencia de sus padres, para poner en acto esa incomunicación justamente a través de aquello que usamos para comunicarnos. Y todo ello por medio de juegos verbales, pródigos en humor y eficacia teatral, que proporcionan el goce del mismo modo que la puesta en crisis de ciertas "verdades" adquiridas. Este ‘deslizamiento epistemológico’ desde donde parece escribirse el teatro de Spregelburd resulta fundante a la hora de preguntarse sobre los procesos de construcción del receptor ideal que esta textualidad promueve”.
En este sentido, Fercher opta por una puesta en escena tradicional ortodoxa, que respeta esa dramaturgia de autor, aunque creemos, se permite pocas licencias significativas a la hora de la definición de los personajes que tal vez podrían enriquecer la puesta y potenciar el humor irónico que propone el texto. No obstante, en esta conducción es bien acompañado por el trabajo de Andrea Fontelles (vestuario y escenografía), Leandro Osorio (diseño y operación de luces) y Gustavo Caprile (música original y sonidos), y por un elenco heterogéneo, constituido por actores con amplias experiencias y otros noveles locales. Guillermo Vesco, Andrea Militello, Sandra Cortes, Alberto Lescano, Roberto Fadil, Bravo Franco, Cecilia Yeregui y Mabel Maggioni conforman un elenco con entrega, con algunos resultados desparejos pero en pleno crecimiento.
Ciertas dificultades en materia de ritmo y la complejidad del mismo material literario hacen que el espectáculo se desluzca en algunos pasajes. Sin embargo, el público mayoritariamente agradece la osadía del grupo y la elección de un rico material dramatúrgico, que en unos momentos más que en otros, adquiere vuelo, fuerza y belleza, o al menos humor, inteligencia y dolor, en la desafiante representación de nuestra contemporaneidad.
Lo absurdo de las familias y los fetichismos encarnados en muñecos y muñecas pero también en el aparato de televisión que se consume a diario y que consume pasiones, son apenas parte de la historia-no historia que se pretende contar. La convivencia con técnicos encargados del “funcionamiento” del hogar, se aparece como una escena futurista al igual que la avanzada y protagonismo de los electrodomésticos que aparecen en escena bajo luces de neón, unos, iluminándose o apagándose, otros.
El absurdo y parodia de noticieros que propone el texto, acá con una coloratura local, le imprime un sello aún más dislocado y habla de una investigación sonora y visual que hace repensar algo tan básico y complejo a la vez como lo es la comunicación, cotidiana, familiar, massmediática.

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